jueves, 5 de julio de 2012

Mi viaje no fue a pie, fue leyendo.


Fernando González Ochoa es (con personas así no vale el fue) el único filósofo antioqueño, y uno de los pocos en la historia de nuestro país junto a: Estanislao Zuleta, Rubén Sierra Mejía y poco más(incluiría a Gonzalo Arango). El Brujo de Otraparte nació en Envigado el 24 de abril de 1895 y falleció (aunque estas personas están inmortalizadas en pergaminos y letras) el 16 de febrero de 1964, en su amada tierra, Envigado.

Un hombre amante de la vida, como pocos, plasmó todas sus inquietudes metafísicas en doscientas cuarenta y seis páginas, el resumen de un viaje sin sentido. Las cosas sin sentido son las que en realidad más sentido tienen. ¿O qué sentido tiene pensar en el Diablo? ¿Hablar del Tótem? ¿Criticar a la juventud colombiana de comienzos del siglo XIX? Simples metáforas.

No les voy hablar del recorrido de este Viaje a pie, ¿qué interesa si llegaron a la mar o al Nevado del Ruiz? El verdadero camino que él realizó, junto a don Bejamín, fue hacia sí mismo, un recorrido sin punto de llegada. Pero es un periplo que todos debiéramos hacer, para encontrarnos, y así llegar a la conclusión que somos: un polvo que perdura en la vida menos que lo que demora el presente en convertirse en pasado. ¿Milésimas de segundos? No sé, ya es pasado.

Antes de entrar en lo verdaderamente importa, resumiré (mataré) a Fernando González: Un nietzscheano.

El prólogo de este recorrido lo hace Gonzalo Arango, creador del Nadaísmo, y él nos resume la obra de González así: "La vida no es un sueño, es un viaje: un viaje a pie. Y para viajar hay que estar despierto, ¿no?".

Solo en los libros podés encontrarte con estos dos grandes en la historia de Colombia.

Arango nos hace una invitación: ir allende a la existencia, despertar. La vida no es sueño, aquellos que la aseguran como tal, simplemente quieren buscar identidad y respuestas a lo que no encuentran causa. Soñar es no existir.

21 de diciembre de 1928

 Fecha del inicio del viaje: Benjamín y Fernando González en el inicio de todo, o en el comienzo de nada. "Dos filósofos aficionados", como ellos se denominan, comienzan hablando acerca de la Filosofía. Recalcan a aquellos eruditos que Filosofía es amor por el saber. Descomposición simple: philos y sophos.

Fernando es un creyente absoluto del ánimo de la persona, cree que en esto esta gran parte de la felicidad del hombre. "El hombre es lo que se cree". En este aspecto me aparto de él. Explica que solamente el ánimo hace mover al hombre, luchar por un objetivo no está en la inteligencia, está en el ánimo.

En un aparte de su viaje explica la fuerza vital (ninguna diferencia con la voluntad de poder nietzscheana), con esta fuerza el hombre se encuentra a sí mismo. Es, yendo más allá de las costumbres y la falsa moral de la sociedad. ¡Bienvenido, Übermensch!

Críticas hacia Sócrates, lo trata de tábano, y se aleja de él porque aparta del hombre las pasiones y el calor humano, lo que somos. Y como antípoda plantea a Nietzsche por ser un predicador de la energía de la guerra, de la lucha. "Nietzsche-¡cómo se alegra la vida al recordarlo!-fue el goce dionisíaco!".

González es un amante de la juventud, como el moldeador del superhombre, la plantea como la etapa más hermosa de la vida. Juventud es vivir sin dogmas, vivir caminando: a pie.

Antes de seguir con este recorrido, quiero recordarle al eventual lector, que Jean Paul Sartre, disculpen  la insistencia con él, postuló a Fernando González Ochoa para premio Nobel de Literatura en el año 1956. Lo consideraba uno de los más grandes escritores de la lengua castellana. Ese año lo obtuvo Juan Ramón Jiménez, recogió el premio cabalgando en Platero.

Y Sartre y González tenían muchos pensamientos en común, en una parada de este viaje, el filósofo antioqueño, expone un pensamiento similar a La nada sartreana. "El hombre tiene que darle sentido a un mundo absurdo". Y plantea que la alegría es lo que antecede al objeto, cuando el hombre se acerca al objeto-en-sí desea alejarse de él. El hombre es una múltiple insatisfacción. ¿Qué es el Existencialismo sino la teoría del absurdo? "Estamos solos, irremediablemente solos. Libres". Decía el hombre de Otraparte.

Siguen caminando don Benjamín y Fernando, hablan de nada, toman aguardiente y allí critican a la sociedad colombiana llena de "hombres gordos", sociedad donde "el dinero mide el valor del hombre". Ese hombre que está tan lejos de dominarse, porque es el dinero y los placeres quienes dominan al ser. El hombre, para él, es un esclavo de los placer, está atado a sí mismo. ¡No hay placer más grande que dominar los placeres!

Para él, hay que dividir al hombre en tres partes fundamentales: hambre, amor y miedo.

El hombre actúa por amor, vive en búsqueda del amor y cree que en él puede hallar la tan anhelada felicidad. Ese cachito que se esfuma que confundimos con felicidad. El hombre es un ser-hambre, por instinto, es irrefutable. Es energía, vitalidad, vida. Y yo creo que plantear el miedo como fundamental es un pleonasmo inncesario (no existe el pleonasmo necesario, lo sé), ¿qué es el miedo sino el amor a la vida? El miedo es una muestra más de amor.

El 8 de abril de 1930 fue condenada bajo pecado mortal la lectura de este libro por parte del obispo de Manizales, Tiberio. "Decretamos: El libro del doctor Fernando González, Viaje a pie, está vedado por derecho natural y eclesiástico, y por tanto su lectura está prohibida bajo pecado mortal". El Infierno es para aquellos que no tienen miedo a la desdogmatización.

El Dios y el Diablo tienen el mismo origen, el Totem. El Totem era considerado la causa de todo, el inicio y fin de todo. La construcción y la destrucción a la vez. El hombre, por sus ansias de nominar todo, dividió el bien y la construcción con el mal y la destrucción, al primero lo llamó Dios, al segundo lo llamó Diablo. Por este planteamiento fue vedado el libro. ¡Pecadores!

En los últimos días del periplo, se plantea al ser natural: es el ser que habita en su hábitat y no desea vivir la vida de otros. No querer vivir vidas ajenas, ser uno mismo. Es la única forma de tener una "personalidad magnética". El ser único es lo que diferencia a un hombre de otro. Él expone como ejemplo a Gregorio Rasputín, dominaba ala Corte de los Zares y a Maximiliano Robespierre, quienes no dominaban por su belleza, dominaban por su "personalidad magnética". Y aprovecha para dar una definición de belleza: "Todo lo que incita a poseerlo".

El final se está acercando, la mar ya apareció, los aguardientes se consumaron, pero la metafísica sigue allí. Y siempre seguirá allí, Fernando González, el filósofo del amor.

Una de las conclusiones que saco es: El hombre es el único animal aún imperfecto, porque busca perfeccionarse, es un proyecto inconcluso; el resto de los animales son perfectos, o simplemente son, ya están consumados.

Mi viaje no fue a pie; fue leyendo, pero viaje al fin, que es lo que importa.

Los invita a ustedes a que caminan, a que se encuentren.

Ricardo Madrid Builes.





lunes, 18 de junio de 2012

La genealogía de la moral: Tratado primero.

Nietzsche, en La genealogía de la moral, hace lo que todo "filósofo" debe realizar (creo yo), y es ir a los cimientos, a la base del concepto. Si de "algo" se quiere hablar se debe conocer ese "algo" no solo por lo que es ahora sino también por lo que fue en sus inicios.

En este tríptico, Nietzsche analiza de manera espléndida diferentes factores de la moral establecida, y busca así ir más allá de lo establecido, como es costumbre en él. Me remito a palabras de él: "Yo deseo la verdad, toda la verdad, incluso la verdad simple, áspera, fea, repugnante, no-cristiana, no-moral... Pues existen verdades tales"

En el tratado primero, escrito en 1887, en Sils-María, él analiza qué es <<bueno>> y qué es <<malo>> (<<malvado>>), y la única manera que encuentra es examinando dichos vocablos desde su genealogía, partiendo de allí y viajando hasta su posterior cambio.

Las palabras, significantes, sufren la metamorfosis de su significado, que a ciencia cierta es el cambio de la suma de significantes; pero ¿qué significan estas palabras? ¿cuál es su metamorfosis conceptual? Estas son las respuestas que Nietzsche intenta responder en este tratado inicial.

En el análisis del vocablo [schlecht] <<malo>>, Nietzsche expone su significado inicial: Hombre vulgar, plebeyo, el simple. En esta época se consideraba el [gult] bueno al noble, al guerrero, al valiente, antítesis del <<malo>>.

Ahora bien, según lo dicho antes, ser <<bueno>> o <<malo>> dependía del azar y no de los hechos concretos, se nace schlecht o se nace gult, los actos no interesan, ¡qué osadía! ¡qué error!. Aunque si bien en esta época no había juicios valorativos, simplemente era una distinción no-simbólica, aunque no tocara la realidad.

Luego, con la aparición del judaísmo, se da lo que él llama la "transvaloración de los valores", la metamorfosis conceptual de lo bueno y lo malo. Para el judaísmo (y posteriormente para el cristianismo), el noble (bueno) se considerará irrefutablemente como el ser-malvado (böse), como el injusto y la persona que sufrirá; entonces, por el contrario, el humilde, el plebeyo será considerado como el [glut] bueno-

Así el judaísmo impondrá un deber-ser, un modelo-de-hombre, convirtiéndose así en un ideal, imponiendo a ese hombre-superior (glut) por encima del resto de los hombres (de-los-malvados). Es así como el insurrecto, plebeyo, pasa a ser tirano y convertirse en ideal-de-la-sociedad. Con esto Nietzsche afirma que el judaísmo no es la religión del amor, sino la religión del odio, aversión hacia los nobles.

Yo, consideraré al ser-bueno como: el hombre que no atenta contra la libertad del Otro, siendo el otro sujeto único de la sociedad en la que él habita y no objeto del mundo que el hombre cree como única realidad. Todo hombre que atente contra la vida de otro no debe ser considerado bueno.

¡Qué osado es el hombre! Se cree capaz de nombrar las cosas, de darle juicios valorativos y morales a los hombres y a las acciones, mientras la realidad lo aplasta y le dice lo erróneo que está. Yo también cometí ese error, pero es la única manera de nominar las cosas, o es la única que yo considero factible.

Ricardo Madrid Builes.

martes, 12 de junio de 2012

Un libro que nunca fue, ¿que nunca será?

Pensamientos de un sentir
Ricardo Madrid Builes

Opúsculo innecesario; pero emancipador, de pensamientos que no se piensan, que se siente o se viven. Lo que aquí se dirá no tiene nada de cierto, pero a su vez no tiene nada de falso, como nosotros que somos verdad camino hacia la falsesas que es la muerte (única verdad).

Mientras me responsabilizo de mi existir, de ese peso, escribo como remedio al remedio, antídoto de esta enfermedad que es la vida, ¡qué bella enfermedad!, que solo con la muerte se irá de mi cuerpo, pero que nunca sanará.

Seres-para-vivir, vivir para contar, morir para inmortalizar...

No recuerden al ser por lo que escribió, sino por lo que dejó de escribir.

  • .     1) Al infierno es al único lugar donde quiero ir luego de que esta fiesta se termine. Allá están todos con los que deseo compartir el resto de mis días, los que se desdogmatizaron y se dedicaron por “ser”; tranquilos que no hablo de los hampones, ladrones, terroristas y demás (que en este país pululan), esas escorias no están en el infierno, nunca existieron o bien dejaron de existir.
      
  • .   2) Si Dios existe o no eso no me interesa, la fe es tan personal como la vida; si en realidad existe me mandó a vivir y si no existe, seguiré viviendo.
     
  • .       3) En este mundo hay que buscar las soluciones de los problemas más del lado de la patafísca que de la lógica, un no existir para existir, así sea un poco. Soluciones imaginarias para esta realidad irreal.
      
  • .   4) A Meursault no lo condenador por su asesinato, le imputaron cadena perpetua por no llorar a su madre (que ya no estaba). Es que en este mundo para poder vivir hay que llorar a los muertos y reírse de las desgracias de los vivos.

         5) Hombre: amigo de Cronos, enemigo de Cronos. Quiere vivir, que pase el tiempo, mientras este tiempo –que él mismo inventó- lo lleva al lugar donde no quiere ir, al único para donde todos vamos… Tánatos.

         6) La “verdad” es como un globo que aterriza cuando su fuego acaba, y que todos creen poseer, todos quieren tener; pero que como el globo también vuela, se va; pero en realidad nunca fue de nadie, fue de todos.

           7) No crean ni confíen en aquellos que les dicen: “nosotros los filósofos”, “nosotros los intelectuales”. No, esos marginan, mirando todo desde un balcón: la buhardilla de la erudición. Crean en los que dicen “yo”, ese yo sentado en hombros de gigantes.
    El problema es de seres humanos, no de letras.

        8)  Las ilusiones mueven a sus fieles. Hacen que despierten, hacen que caminen, llevan a la muerte. ¿Qué es la religión? ¿Qué es la patria? ¿Qué somos nosotros? Cúmulo de ilusiones, búsqueda de identidad para caminar y ergo poder decir: “yo soy”. Pero solo somos eso: una ilusión pasajera.

       9) La haya tiene como fin conseguir dinero, el medio para conseguirlo es limpiando; Juliet desea limpiar su casa y la manera para conseguirlo es contratando a la haya. ¡Cuánta razón tenía Stammler! La sociedad es una reciprocidad entre fines y medios, pero qué iluso fue, en su ontología de la sociedad le faltó lo esencia: vemos al medio como un esclavo, no como un ayudante. Tiranizados con ansias de poder.

     
    10)  “Qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos”. Cortázar, gíglico, Rayuela.
    Entonces, ¿es el olvido un odio hacia el sentimiento? ¿Una aversión por el pathos? No lo creo, uno nunca olvida, el sentimiento sigue ahí, enterrado pero sigue y lo tratamos de aplastar con eso que llamamos: olvido.

    Ricardo Madrid Builes.



sábado, 19 de mayo de 2012

La Eternidad Dura Lo Necesario.

El error único (hubo muchos más, pero cómo decirlo) de su amistad fue pensar que duraría para siempre. O quizás no. Se hicieron tan íntimos que dormir en la misma cama o abrazarse en noches de frío eran sucesos comunes. A pesar del irreversible prejuicio de que dos amigos deben ser machos o no ser. Era eso, entonces. No se parecían en nada a lo que sus padres (los unos y los otros) esperaban de ustedes: una amistad de machos, con momentos emotivos pero machos, carajo. Desde ahí la cosa pintaba mal, porque les encantaba retar a los demás. Les seducía chuchichearse al oído para enojar al personal. Les deleitaba provocar a las mujeres con las miradas pero desairarlas abrazándose ustedes dos y riendo el uno para el otro, tontamente, porque lo que valen son los hechos y no las apariencias. Estaban dispuestos a morir el otro por el uno y viceversa. Tanto que los dos se habían prometido un martes muy entrada la madrugada (o muy prematura mañana, cada uno interprete como guste) que si tocaba enamorarse la chica se jodía porque la amistad por sobre todas las cosas. Qué soberbios. Y sin embargo aquella noche en que ella se convirtió en Ella, el uno se juró a sí mismo que si la felicidad del otro tenía que ser sin él, estaba dispuesto al peor de los castigos entre dos incondicionales camaradas de las peores épocas y las buena también: la sustitución paulatina pero rápida de ir a pasear a Juárez con él, a tener que ir al cine (película rosa, final previsible, abrazos incomodos: cuándo caíste tan bajo) con la señorita porque llega un momento en la vida en que la otra respira por uno y uno se vuelve espeluznantemente frágil cuando se trata de verla respirar. Y entonces el error único. Y entonces las tardes abandonadas. Los sábados apáticos esperando que el otro le llame al uno para que se rían un rato en la barra del Old Navy. Pero nada. Él y ella para toda la vida (como antes ustedes dos, que ironía, piensa el uno) y pronto la invitación a las nupcias. Pronto el primer niño que te llama tío cada tercer domingo de cada segundo mes, que es cuando se ven, ustedes que no podían dormir si el otro no estaba ahí para contar las últimas noticias del Club Náutico. Pronto un nuevo hogar en las afueras de la ciudad y pronto el nuevo teléfono que ya no lo sabes porque la esposa piensa que eres una mala influencia con tu progresía republicana que tanto enamoró con amor de amigos al otro que no sabe decirle no a la que manda en casa. Y pronto la vida te trae aquí, donde lo único que dura para siempre es el sueño de que algo puede durar para siempre.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Visión sobre la moral sartreana.

Mientras Jean Paul Sartre aplica la noción de subjetividad en la moral de los hombres, es decir, nadie puede juzgar a priori lo que hay que hacer frente a un hecho determinado, me planteo: ¿Cómo hacer para que esta libertad moral no se entienda como libertinaje?

Si bien nunca habrá, ni podrá haber una ley determinada que ampare todos los casos posibles de una elección, esta libertad moral podría recaer en permitirle al hombre realizar lo que el quisiese, sin importar las consecuencias, ya que por su condición de libertad, es un hombre-elección. Frente a esta elección, el hombre debe preguntarse -así me lo supongo yo, no significa que sea cierto-:¿Y si todo los hombres-entorno actuaran como yo estoy actuando? Se elige individualmente pero frente a los otros, como seres-sociales, toda elección es responsabilidad frente a la humanidad, es decir, si una determinada elección conllevara a un acto que va en contra de la condición humana del ser-otro, debe ser reprobado, juzgado.

¿Cómo saber que algo es bueno o malo? Si la naturaleza no tiene sentido, simplemente es, y es el hombre que con su lenguaje le da la connotación de lo bueno o lo malo, de lo bello o lo feo? Concibo en mi pensamiento, lo malo como todo aquello que no-es, o que atente contra la condición humana del ser, es decir que esté en contra de la vida. (Lo que no se puede tomar como verdad absoluta, porque como ya lo he dicho, no hay moral categórica que ampare los posibles casos)

Si para un revolucionario, tomemos el caso de los fedayines, atacar a un cúmulo de hombres es bueno, o no está moralmente mal visto, ¿cómo hacer para juzgarlo si la moral es una decisión y elección individual? Se debe juzgar, porque aunque sea una elección individual, por su condición de ser-libre, esa elección debe ser frente a los otros, por los otros y no en-contra-de-los-otros.

Si bien la naturaleza humana no tiene connotación de bueno o malo (es más, no se debe hablar de naturaleza humana, sino de condiciones humanas con limitaciones históricas), esto no debe de ser excusa para aceptar todas las acciones y elecciones posibles del hombre como moralmente bien vistas, el hombre debe responsabilizarse de sus actos, pero de sus actos frente a la humanidad.

RICARDO MADRID BUILES

martes, 1 de mayo de 2012

“Os dejo con la imprenta: la redención, libertad triunfante” [1]


Tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476, Europa entró en un letargo, en un vacío intelectual lamentable desde todo punto de vista. A esta época se le llamó Oscurantismo,  un eufemismo para tan magno acontecimiento, el mayor retroceso en la historia de la humanidad.

Lo logrado en la Grecia Clásica se vio truncado por aquellos monjes maniqueístas, que basados en su ideología teocéntrica extrema, optaron por esconder e impedir la difusión del conocimiento porque, según ellos, la gran mayoría de textos atentaban contra la religión que ellos profesaban, pero los únicos que atentaban contra algo eran ellos mismos, contra la libertad de pensamiento y expresión, acto que  trajo como consecuencia una oscuridad palpable en la mente humana.

Fue así como la Iglesia adquirió un poder total,  una autoridad que trascendió el ámbito religioso para imponerse –lastimosamente- en lo político e intelectual.  Esa misma Iglesia que exponía en su discurso moral una igualdad para todos, fue la misma que restringió absolutamente el conocimiento, convirtiéndolo en un placer para unos pocos, con el único objetivo de impedir que la sociedad pudiera ser crítica frente a la realidad que estaban viviendo, porque así su poder se podía ver afectado en algún momento. Es decir, la Iglesia tenía miedo de que la humanidad pensara, para ello la aislaron, y la convirtieron en rehenes de su verdad, de su verdad irrefutable.

¿Dónde quedó Platón, dónde quedó Aristóteles, dónde quedó Heráclito? Todos estos hombres que hicieron de la Edad Antigua un río infinito de conocimiento, divulgado para todos, quedaron enterrados y quemados, quizás en la misma hoguera en la que murieron muchos de los valientes hombres que se emanciparon del régimen religioso y decidieron pensar diferente, críticos ante los dogmas impuestos por la Iglesia, aunque los nombraran herejes. Si ser disconformes con las desigualdades de la sociedad significa ser hereje, yo me autoproclamo uno de ellos, aunque en la actualidad no haya hoguera para aquellos que se atreven a pensar diferente a la sociedad, hay olvido y marginación, algo muy similar.

La heterodoxia era un sueño en esa época, pero hubo muchos hombres que se atrevieron a soñar con la libertad en el pensar y en el actuar,  hombres que se dieron cuenta que cuando la religión tenía el poder absoluto de la sociedad, no significaba un mundo mejor, significaba un mundo acrítico y en permanente retroceso. Uno de ellos fue Johannes Gutenberg, el creador de la imprenta, y quizás uno de los pilares fundamentales del denominando Renacimiento.

A mediados del siglo XV este herrero alemán, con su imprenta de tipos móviles, aunque la primera impresión haya sido la biblia de Gutenberg, permitió la circulación de toda clase de conocimiento con mayor rapidez, lo que trajo consigo una expansión intelectual mayor. Se pasó de una mentalidad dogmática irrefutable establecida por la Iglesia a una mentalidad tolerante y de diversos pensamientos, aflorando el renacer de lia mente humana, y convirtiendo el teocentrismo en un antropocentrismo dirigido hacia la pluralidad de pensamientos, no hacia la mutilación de ideas. Se dio un adiós al Oscurantismo y un paso hacia el Renacimiento en gran medida por este grandioso invento. ¡Gracias imprenta!

[1]: Expresión tomada de un verso del poeta D. Sampel.