Críticas hacia Sócrates, lo trata de tábano, y se aleja de él porque aparta del hombre las pasiones y el calor humano, lo que somos. Y como antípoda plantea a Nietzsche por ser un predicador de la energía de la guerra, de la lucha. "Nietzsche-¡cómo se alegra la vida al recordarlo!-fue el goce dionisíaco!".
González es un amante de la juventud, como el moldeador del superhombre, la plantea como la etapa más hermosa de la vida. Juventud es vivir sin dogmas, vivir caminando: a pie.
Antes de seguir con este recorrido, quiero recordarle al eventual lector, que Jean Paul Sartre, disculpen la insistencia con él, postuló a Fernando González Ochoa para premio Nobel de Literatura en el año 1956. Lo consideraba uno de los más grandes escritores de la lengua castellana. Ese año lo obtuvo Juan Ramón Jiménez, recogió el premio cabalgando en Platero.
Y Sartre y González tenían muchos pensamientos en común, en una parada de este viaje, el filósofo antioqueño, expone un pensamiento similar a La nada sartreana. "El hombre tiene que darle sentido a un mundo absurdo". Y plantea que la alegría es lo que antecede al objeto, cuando el hombre se acerca al objeto-en-sí desea alejarse de él. El hombre es una múltiple insatisfacción. ¿Qué es el Existencialismo sino la teoría del absurdo? "Estamos solos, irremediablemente solos. Libres". Decía el hombre de Otraparte.
Siguen caminando don Benjamín y Fernando, hablan de nada, toman aguardiente y allí critican a la sociedad colombiana llena de "hombres gordos", sociedad donde "el dinero mide el valor del hombre". Ese hombre que está tan lejos de dominarse, porque es el dinero y los placeres quienes dominan al ser. El hombre, para él, es un esclavo de los placer, está atado a sí mismo. ¡No hay placer más grande que dominar los placeres!
Para él, hay que dividir al hombre en tres partes fundamentales: hambre, amor y miedo.
El hombre actúa por amor, vive en búsqueda del amor y cree que en él puede hallar la tan anhelada felicidad. Ese cachito que se esfuma que confundimos con felicidad. El hombre es un ser-hambre, por instinto, es irrefutable. Es energía, vitalidad, vida. Y yo creo que plantear el miedo como fundamental es un pleonasmo inncesario (no existe el pleonasmo necesario, lo sé), ¿qué es el miedo sino el amor a la vida? El miedo es una muestra más de amor.
El 8 de abril de 1930 fue condenada bajo pecado mortal la lectura de este libro por parte del obispo de Manizales, Tiberio. "Decretamos: El libro del doctor Fernando González, Viaje a pie, está vedado por derecho natural y eclesiástico, y por tanto su lectura está prohibida bajo pecado mortal". El Infierno es para aquellos que no tienen miedo a la desdogmatización.
El Dios y el Diablo tienen el mismo origen, el Totem. El Totem era considerado la causa de todo, el inicio y fin de todo. La construcción y la destrucción a la vez. El hombre, por sus ansias de nominar todo, dividió el bien y la construcción con el mal y la destrucción, al primero lo llamó Dios, al segundo lo llamó Diablo. Por este planteamiento fue vedado el libro. ¡Pecadores!
En los últimos días del periplo, se plantea al ser natural: es el ser que habita en su hábitat y no desea vivir la vida de otros. No querer vivir vidas ajenas, ser uno mismo. Es la única forma de tener una "personalidad magnética". El ser único es lo que diferencia a un hombre de otro. Él expone como ejemplo a Gregorio Rasputín, dominaba ala Corte de los Zares y a Maximiliano Robespierre, quienes no dominaban por su belleza, dominaban por su "personalidad magnética". Y aprovecha para dar una definición de belleza: "Todo lo que incita a poseerlo".
El final se está acercando, la mar ya apareció, los aguardientes se consumaron, pero la metafísica sigue allí. Y siempre seguirá allí, Fernando González, el filósofo del amor.
Una de las conclusiones que saco es: El hombre es el único animal aún imperfecto, porque busca perfeccionarse, es un proyecto inconcluso; el resto de los animales son perfectos, o simplemente son, ya están consumados.
Mi viaje no fue a pie; fue leyendo, pero viaje al fin, que es lo que importa.
Los invita a ustedes a que caminan, a que se encuentren.
Ricardo Madrid Builes.